VÁMONOS A HACER LOCHA

El parque de los deseos

Los árboles que sirven de sombrilla invitan a acostarse sobre el adoquinado suelo,
mientras un enorme huevo de concreto se abre para parir la relajación que buscan los
pies tiernos, los pies hinchados, los pies amantes, los pies secuestrados por el
estrecho cuero. Pies desnudos y acariciados por un estanque de cálida arena que no
maltrata, y sí, embriaga de tranquilidad a quienes se atreven a dejar sus zapatos por
un rato para sentir los deseos que no les prohíben sus vidas.

Todos los pies son diferentes pero iguales en su búsqueda. Algunos con llanto, otros
con callos y – los de más allá – tostados de arrastrar sus experiencias. De los pies
pasamos a las sonrisas porque el angelito, de una novata pareja, se para, se cae, y…
no llora, en vez de lágrimas desata carcajadas. Sus prematuros padres no se enteran
porque sus pies están siendo mimados por los fragmentos de arena.

Desde el año 2003 – año de su inauguración – en el nororiente de la ciudad – la
diferencia sexual se respeta. “Hombre con hombre, mujer con mujer, del mismo modo,
en sentido contrario”, como diría una reina de Antioquia, en el evento nacional de
Cartagena; encontrando, aquí, susurros de versos recién peinados que hacen
referencia al nombre del lugar: deseos de tolerarnos por diferentes que seamos.

Las hileras de árboles sirven de cerca para separar el Parque, de la carrera Carabobo,
y de la avenida del Ferrocarril. Sus sombras alivian el afán mientras se disfruta del
arroz con carne molida, del plátano maduro con quesito, del pollo sudado con ají
picante, de todo ese menú casero planeado en conversaciones idas.

Una rampa de madera sirve para deslizar la alegría de los niños que viajan sin raspar
sus traseros. “Cuidadito te aporrías; Mateo, poné atención zorombático”, grita,
fogosamente, la doña a su hijo, quien no le escucha porque desciende a tres mil
alegrías sin ningún bostezo.

Un extenso comedor, de elaborada madera, acoge el fiambre en forma de patacón con
hogao, tamal de tres carnes, o las risotadas con los parceros como menú principal, y,
así, sin estrés alguno, la tarde se va encogiendo. Un funcionario explica a un solitario
hombre, que el comedor no se hizo para poner el culo. El hombre apenado se disculpa
mientras se aleja de prisa a esconder su vergüenza.

Entre la zona de comidas y el Planetario Municipal – el mismo que se inauguró en
1984 – se encuentra la pantalla que proyecta la fascinación del cine. Inclinadas sobre
el suelo, todas las edades se convocan para disfrutar del filme.
Una gaseosa, un pollo asado, una bandeja con frijoles o un perro caliente, reemplazan
las empeliculadas críspetas, ya que, hay visitantes que no quieren perderse ni un
milímetro del guion que exhibe la enorme pantalla.

También caben los aeróbicos domingueros, los aeróbicos con disfraz cada treinta y
uno de octubre, al igual que los conciertos que a los muchachos atrapa.
En la zona de alimentación la gente continúa digiriendo palabras. Desde el sitio que
ocupan observan el obelisco de la estación Universidad del Metro, sin advertir al
gigante reloj que indica la hora que nadie lee, porque no hay prisa para el regreso a la
cuadra.

Quizás, para vos, que aún no has experimentado lo que se siente venir, este Parque te
huela a democracia en medio de la esquizofrenia urbana que ni siquiera soporta ver a
la luna suspirando cuando la noche le roba un beso.

pensamientos de 8 \"VÁMONOS A HACER LOCHA\"

  1. Un texto que como los anteriores va pasando como en cámara lenta, para poder degustarlo, leerlo y releerlo. Porque con una sola lectura se nos pueden escapar elementos que de seguro el autor, el MAESTRO HÉCTOR, quiere que lo dejemos en la retina y que quede marcado en nuestro cerebro.
    Fascinantes las fotos ,como en todas las crónicas leídas hasta ahora.
    Estaré atento al próximo escrito.

  2. » Excelente crónica , donde se identifica que la verdadera felicidad se encuentra en aquello que nos hace diferentes , como la huella que vamos dejándo a través de nuestros pies descalzos. Excelentes fotografías , donde se perciben los inolvidables días para salir de la rutina y de lo cotidiano ….. En buena hora profesor Barrientos , se antoja conocerlo «

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