UN MAESTRO SIN ESCUELA

PORQUE LA CALLE LO GRADUÓ

“Yo no olvido el año viejo/que me ha dejado cosas muy buenas/… me dejó una chiva/una burra negra/una yegua blanca/y una buena suegra”. Cuando escuchas esta canción, los 31 de diciembre, tu corazón vive la nostalgia al evocar la ausencia en tus sentimientos. Y, en vez de quedarte en el sofá repasando tantas despedidas, la prima conchuda (que sólo aparece para criticar la masa de los buñuelos) te invita a bailarlo para que acabes de inundar tus ojos con cada giro de tu cuerpo sin saber que esta canción se oyó, por primera vez, en 1953.

Lo único cierto es que ni vos, ni tu prima, ni yo (antes o después de las doce, de esa noche) nos acordaremos de su autor Crescencio Salcedo Monroy (1913 – 1976) un humilde campesino que nunca aspiro a tener plata, ni fama, y a quien los zapatos le estorbaban. Este genio sin pentagrama nunca fue valorado por la industria musical, y, por eso, nunca se le pagó lo que valían sus creaciones, las mismas que se vendieron fuera del mapa colombiano.

A los sesenta y dos años su vida se desvaneció silenciando su inteligencia melodiosa. A los sesenta y dos años se fue Crescencio, el mismo que ofrecía en la carrera Junín (se parchaba – sin estorbarle a nadie – a un ladito del edificio
Coltejer) el silbido de las flautas que sus manos fabricaban. Su mochila, de cabuya pintada, era la vitrina de su imaginario local callejero. Muy pocas ventas hacía para tanto ritmo encapsulado en el elaborado tubo de caña: la cartulina, rústicamente escrita por un niño que no tuvo escuela, resumía su rutina de escasez y desapegos: “Aquí no se pide limosna. Se venden flautas a 100 pesos”.

Faltan cinco pa’ las doce y el olor a campanadas activan los abrazos para desear, una vez más, el feliz año; borrando la acidez de tu conchuda pariente, la exquisitez de los buñuelos, y la memoria del olvido; esa que espera que el nuevo
año envejezca pronto para volver a desempolvar al gran Crescencio y, así, desentumir en tus recuerdos el inconfundible “año viejo”.

Febrero 19 de 2022

pensamientos de 14 \"UN MAESTRO SIN ESCUELA\"

  1. Cresencio Salcedo, era de mi región caribe, para más señas era de la DEPRESION MOMPOSINA, lugar donde han nacido grandes intérpretes de nuestra música tropical.

  2. » Que sentido homenaje a esos artistas que aunque a veces los ignoramos , nos regalaron su inspiración ; y fueron tan sabios que después de 67 años todas las generaciones tarareamos sus melodías cerrando y abriendo un nuevo año …. En hora buena por esos verdaderos genios profesor Barrientos «

    1. Patricia. Muchas gracias por tus generosas palabras. Desde la distancia te acercás, en cada crónica, a la ciudad que un día te dirá, ¡bienvenida!, para que vuelvas a oler tu Medellín de siempre.

  3. Un sabor a añoranza a buñuelo y natilla.Gracias por ese homenaje tan sentido y que pocas veces le hacemos a personajes que realmente hicieron y hacen grande nuestra música.

  4. Un sabor a añoranza a buñuelo y natilla.Gracias por ese homenaje tan sentido y que pocas veces le hacemos a personajes que realmente hicieron y hacen grande nuestra música.

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