Salgamos…¡No, qué miedo!

El Animero es mi vecino

(A pesar del pánico creado por la covid – 19, el susto se pasa con un Padre nuestro)

En los años mil seiscientos – como decía el Joe – los españoles continuaron reseteando los rituales de los nativos de Suramérica, después de la invasión que hizo Colón.

Y, obvio, nuestra tierrita no fue la excepción. La fe católica se impuso a coscorronazos y patadas, hasta convertir en creencia, lo que en nuestros nativos no existía. Así, nació el Animero, en nuestra parcela.


Este ritual es el encargado – el dos de noviembre – de sacar a pasear las animas, o, el alma de los muertos, en un recorrido noctámbulo de dos o tres horas, en todo caso, que no los coja paseando las tres de la mañana, por las empedradas callecitas de antaño.

Era un tipo con sombrero y ruana, (¿y, por qué no, una mujer?) – en la actualidad lleva capa y capucha – salía a media noche desde el cementerio, a emprender su tour asustador mientras se le escuchaba: “Un padrenuestro por las benditas almas del purgatorio, por amor a Dios”. Tocaba en cada una de las puertas del poblado para sumar en procesión a todos los creyentes. Padre nuestro que estás en el cielo…”, respondían los acompañantes.

Tilín tilín, se escucha ahora: la modernidad, ¡la modernidad!, dirá Bill Gates. El encapuchado en su recorrido no voltea la nuca evitando mirar hacia atrás para no caer inconsciente, como sábana en lavadora. Tiene que estar muy despierto para asegurarse que ningún difunto dejará el camposanto porque después de pasearlos deben regresar a sus tumbas. Si ocurre lo contrario el desmayo será la consecuencia, por esta razón lleva capa o sombrero, y sustico sin miedo, para que los difuntos no le vean los ojos.

La callecita empinada del barrio lejano, tan lejano que tienen su propio cementerio, es testigo de la promesa que hace Pacho, el carpintero de la esquina, quien, ebrio, afirma que será su última rasca porque mañana le llevara a don Manuel, el Animero, desde la fundación del barriada, la capa gris para que su promesa se cumpla, incluso, le divulga a su esposa, que le acompaña en la marcha, que imprimió en el traje una calavera y la frase: “Que Dios le dé el descanso eterno”

En Medellín, el primer cementerio, muy chiquito, fue construido en el barrio San Benito – centro – en 1803, cerquita de la iglesia que lleva el mismo nombre.

Posteriormente, en 1809, alrededor de la naciente vecindad, se levantó uno más grande, el mismo que en el archivo histórico de la ciudad aparece como el primero en construirse; luego, en 1827, el de San Lorenzo, en Niquitao – centroriente – llamado “el de los pobres”, después que los ricos, en 1842, levantaron su eterna habitación, siendo, éste, el primero en ser financiado con dinero particular. San Pedro (hoy Museo), señala la frontera del nororiente, del elitismo social, después de ser sólo huesos.

Mientras que Pacho, con su zigzagueante convicción, sigue en procesión, mientras, Martica – diminutivo que mide su estatura – su esposa, mastica su pesimismo: “ojalá cumpla su promesa porque me tiene mamada, ese olorcito que
espanta”.

Noviembre 10 de 2020

pensamientos de 14 \"SALGAMOS…¡NO, QUÉ MIEDO!\"

    1. Flor, esa experiencia vivida en tu niñez demuestra que los sitios que habitamos tatúan nuestras historias. En la próxima te acercarás a más recuerdos de niñez. Gracias por leerla.

  1. Otra crónica que va recogiendo nuestra historia y con el manejo escritural de un maestro.
    Lástima que muchos de los primeros cementerios se los llevó la llamada»Modernidad» ,para dar paso a esos grandes y suntuosos Campo Santo.
    El San Pedro se convirtió en Museo Cementerio y así se puede sostener aun.
    Gracias Héctor.En espera de las otras.

  2. Necesitamos un animero para que saque a pasear el covid y lentamente lo vaya llevando a la tumba de la que no volverá a salir más.
    Hasta en la condición de no existencia -léase muerto-, hay discriminación y lucha de clases hay tumbas, catafalcos, entierros de primera y segunda clase.
    Qué horror de calavera en este mundo donde todo es un Cambalache.

  3. Veo cada día como te sientas a escribir, a corregir, a inspirarte, a tomar fotos, a revisar cada coma y cada punto. Todo, para que cada uno de nosotros pueda disfrutar de tus letras, para que podamos ver la ciudad a través de tu alma linda! Disfruto eternamente leerte, y el privilegio de tener siempre la primicia! Gracias!

    1. Susiiin. Gracias, gracias, gracias, por tus soleadas palabras. Sin tu participación, estas crónicas estarían archivadas ya que sos la gestora, diseñadora y transcriptora de norimaperoesverdad.com, el formato que le da vida a ¡Así huele Medellín! Gracias, gracias, y más gracias!

  4. » Al morgen de creer o no creer , esta cronica evoca esas noches de Noviembre , cuando por las calles de mi barrio en Bello , nos acostabamos temprano , dizque para no escucharlo y a la hora de pasar por nuestras casas , no cesabamos de para oido para escucharlo y dormirnos cobijados con el puto susto……’,
    No esperaba una cronica sobre esto , pero muy oportuna para que por fin , dejemos de tenerle miedo al miedo … Gracias profesor por este regalo que nos das en este particular relato

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