“Quedamos como el ternero”

Dijo don Darío.

La Medellín de 1973, con sus 1.077.252 habitantes, olía sueños sin estrenar. La ciudad inflaba su ego con el Deportivo Independiente Medellín y el Atlético Nacional al ser parte del futbol profesional colombiano. Ambos equipos jugaban
sus partidos de local en el imberbe Atanasio, que cumplía veinte años de haber sido inaugurado.

Ese año, el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Alfonso Senior Quevedo (1912- 2004), se obsesionó con organizar un campeonato Mundial de este deporte. A este señor, de cabello engominado y bolsillo empresarial, en la final de la Copa Mundo de 1974 (Alemania – Holanda) le notificaron que Colombia haría el Mundial de Fútbol de 1986. La ciudad de Medellín celebró esta asignación como un ¡golazo!, de chalaca, porque sería la sede del partido de cuartos de final (el mismo donde Maradona hizo dos goles a Inglaterra: uno de ellos fue el gol, que no fue gol, porque al balón lo empujó la mano de Dios, y, el otro, el mejor de la historia de los mundiales. Lo anterior sucedió en el estadio Azteca de Méjico) pero surgió un problema: no había con qué satisfacer la voracidad del negocio de la FIFA, sin embargo, tres presidentes de la República (Misael Pastrana, Alfonso López Michelsen y Julio César Turbay Ayala), dijeron SÍ para elevar su popularidad entre sus electores, chutándose el balón financiero ante los requerimientos de este mercado de patadas. De nada sirvió que el 11 de julio de 1982, en la final del mundial de España (Italia – Alemania) en las pantallas del estadio Santiago Bernabéu de Madrid, se anunciara: “Nos vemos en Colombia 86”.

Ante la evidente incapacidad económica, el 25 de octubre de 1982, Belisario Betancur (que llevaba dos meses como presidente del país) dijo ¡NO! a la organización del macro evento: “el Mundial debería servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial”. Culminó su mensaje reconociendo que el Premio Nobel otorgado a Gabriel García Márquez, cuatro días antes, era más importante para la imagen de Colombia. Con su nasal voz, Senior Quevedo, le respondió lapidariamente: “Colombia es un país enano al que no le quedan bien las cosas grandes”.

Mientras tanto, a 500 kilómetros de Alfonso y Belisario, don Darío, el entusiasta tendero, vecino del barrio Estadio, derretía con su desesperanza las frías cervezas que esperaba vender esa noche: “quedamos como el ternero”, comentó a un par de clientes, mientras suspirando apagó el televisor para desconectar la noticia que no quería volver a escuchar.
Febrero 9 de 2022

pensamientos de 10 \"QUEDAMOS COMO EL TERNERO\"

  1. Golazo el que metió García Márquez al ganarse el Nobel, ese sí fue un excelente pantallazo para este platanal gobernado por finqueros y oligarcas intocables. Hijueputas de tiempo completo.

  2. “ Y si , quedamos como el ternero mi queridísimo profesor Barrientos, así como hemos vivido durante muchos años en este “ Platanal” como acertadamente leo en el anterior comentario del Señor Miguel , mamando y la leche lejos “

  3. Llevamos 200 y más años que nos dejan como el ternero y hasta nos arrugamos para un mundial.
    Menos mal un excelente mama gallista nos puso a nivel de los grandes de la literatura.

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