“Polvo eres…”

Cementerio Museo San Pedro

Frente al Parque de La República, en el barrio Sevilla, nororiente de Medellín, y sobre la carrera Cincuenta y Uno o carrera Bolívar, a una cuadra de la Estación Hospital del Metro, se halla un sitio donde se mueve la historia, pero la que queda inerte, es decir, la historia de otras historias.

“El Museo Cementerio de San Pedro tiene el nombre del primer papa católico, desde mil ochocientos setenta y uno, (claro, que no falta quien diga que se debe al nombre de su creador, un galeno de apellido Uribe), porque antes de su fundación, un 22 de septiembre de 1842, se llamó San Vicente de Paul”.  Así divulga Wilson, un joven antropólogo nacido y criado en Lovaina – el barrio vecino –  a un grupo de personas, que con máxima atención escuchan el conocimiento que posee sobre este lugar.

Con su lento andar por las constantes paradas en mausoleos, tumbas, monumentos y esculturas; él continúa con su trabajo pedagógico: “El médico Pedro Uribe Restrepo reunió a cincuenta socios, representantes de cincuenta familias adineradas de la época, con el fin de crear el primer cementerio privado de la ciudad. Ese día redactaron el acta de fundación de ésta construcción de color blanco que tiene ciento setenta y siete años y… como lo ven, ¡permanece vivo!”.

Una mujer que utiliza gafas oscuras para protegerse del anonimato en que vive, interrumpe a Wilson, – quien aprovecha para volverse a secar el cuello, pero, esta vez, no dice “disculpen”- con una pregunta: “¿entonces, este cementerio era solamente para los ricos?”.

“¡Sí!”, responde el joven, mientras se refriega los parpados porque algún bichito aterrizó en la humedad de su visión. “Imaginen que en sus inicios el cementerio era un sitio exclusivo para quienes tenían dinero. Y, precisamente, lo construyeron aquí por razones de salubridad. Estaba alejado de lo que entonces era Medellín, un pueblito con apenas nueve mil habitantes. Ésta es una idea de los poderosos para excluir a los más pobres, quienes debían enterrar sus muertos en otro sitio, lejos de aquí, porque parece que, hasta difuntos, a esos ricos la pobreza les da nauseas. Mejor dicho, un dormitorio aparte para ellos porque fue construido con la plata de ellos”. El grupo sonríe con discreción mientras continúan su lento camino de búsqueda de información.

“¿Y por qué se volvió Museo?” Pregunta Juan, un joven alto y flaco, estudiante de medicina, con subrayado acento a pandebono, vé.

Wilson responde sin parpadear: “Desde mil novecientos noventa y ocho, forma parte de la Red de Museos de Medellín, porque aquí –  raro en las decisiones gubernamentales, ¿no? – existe una política pública de valorar muy, pero muy poquitos patrimonios históricos de la ciudad. ¿Será que quieren subrayar sus egos, divulgando el aporte social, económico, industrial, comercial de algunos personajes que están enterrados aquí? Además, en el año mil novecientos noventa y nueve, fue declarado Monumento Nacional. No olvidemos que quien escribe la historia dice: quién debió ganar y quién mereció perder”.

“Desde 1842 se empieza a construir, y en 1845, se finaliza. Lo primero que se hace es la rotonda conocida como Galería San Pedro. Y, donde ahora hay mausoleos, había manguita porque era como el centro del cementerio.

Doña Tulia, una maestra jubilada –  la más veterana del grupo de turistas – fractura la intervención de Wilson para interrogarle: “¿oí, vé, vos sabés quién lo estrenó?”.

“La primera persona que enterraron fue una dama”, explica mientras se limpia el sudor de su cuello acompañado del “disculpen”, que todos ya conocen, “Sixta Fernández de Jaramillo”. De nuevo la maestra jubilada le corta, pero Wilson se le anticipa con la respuesta: “aquí no están, ni la tumba ni sus huesos. Simplemente se tiene referencia de su nombre, y del año de su entierro, que fue en 1845”.

Pero –  otra vez –  doña Tulia bloquea el fluir del hombre cuando le interroga” ¿Entonces, ¿quiénes son los inquilinos más viejos de este cementerio?”.

Con la paciencia que da comentar la historia, Wilson responde a la veterana mujer.” Dos hermanos de apellido Barrientos. José Antonio y José María, creo que entre 1845, y 1846, los sepultaron”.

El antropólogo saca una botella plástica, bebe un sorbo de agua, y continúa con su recordatorio oral: “a partir de 1960, cuando aparecen en la ciudad los campos cementerios, y las personas con mayor poder adquisitivo comienzan a sepultar, allí, a sus parientes, el de San Pedro deja de ser exclusivo para los ricos, y se comenzará a enterrar a las personas más humildes”.

Mientras se da la visita guiada ingresa un funeral que va desde la puerta de acceso a la capilla del cementerio, por la que se llega por una asfaltada vía con una leve inclinación. Seis bellas mujeres vestidas de sobrio azul siguen al carro fúnebre como parte del servicio que ofrece una funeraria urbana.

Los blancos muros – que forman galerías –  contienen estrechas bóvedas, las cuales guardan la rigidez de un infarto, la frialdad de un atraco, la violencia de un accidente, o la soledad de un suicidio.

El zumbido de una abeja acompaña a una señora, que, con dedicación, desde las galerías del segundo piso, limpia la lápida donde se adhiere la foto de su hijo, un muchacho de diez y seis años, quien fue víctima del amor. Ella, con disimulo, seca con sus dedos dos nacientes lágrimas que se deslizan por su seco rostro. Cerquita de la señora, un abuelo subido en una desgastada escalera de madera, ubica los gladiolos –  que acaba de comprar afuera –  en la tumba de alguien hospedado en su corazón.

Wilson desvía al grupo hacia el lado derecho para visitar el monumento donde se halla la escultura de una madre desconsolada que llora a su hijo. El joven estudiante de medicina, con un “woowww”, sintetiza el realismo que representa el mármol, traído por el señor Coroliano Amador desde Italia. Enfrente del enorme monumento se halla “la galería original que adquirió el rico señor, e incluso, en una de ellas se halla lo que quedó de él”. Agrega, el joven funcionario.

“Este señor era un empresario de la minería. Trajo de Francia el primer automóvil que se desplazó por las empedradas calles del pequeño poblado, que era Medellín, un 19 de octubre de 1899. Importó, también, a su conductor, un señor de apellido Chofer. Por eso, en Colombia, a quién conduce un vehículo se le llama chofer. Don Cororiano Amador murió el trece de octubre de mil novecientos diez y nueve. Ahí, pueden ver su tumba”.

En un extenso lapso de tiempo ha explicado la historia de muchas historias que forman parte del cementerio como las de ex presidentes, ex gobernadores, literatos, industriales, poetas, periodistas, escritores, y hasta la de Gardel, que, también, aquí estuvo. También habla, con mucha emoción, de los artistas que cincelaron estas obras monumentales como los maestros Francisco Cano, Bernardo Vieco o Marco Tobón Mejía. En un aula abierta se convierte esta gira informativa.

Pero a ninguno se le ocurrió preguntarle al Guía, por qué no hablaba de las vidas de las gentes humildes –  que permanecen inéditas –   ante esa historia que siempre, los mismos de siempre, cuentan a su manera. Tanto silencio nos acostumbró a no creer sino en una sola versión de esa historia. Por ejemplo, no habló del cantante rockero Elkín Rámirez, integrante del Grupo Kraken.

Wilson, después de dos horas y media de explicación responde: “ya casi terminamos. ¿Todos firmaron la planilla con los datos de ustedes?”.

La maestra jubilada, sin timidez alguna, responde: “si, si, siiii”. El grupo sin inhibición desamarra una carcajada colectiva. Todos se despiden del Guía exaltando la gratitud.

Wilson emprende su regreso hacia la recepción del cementerio, quizás, pensando en su próximo viaje evocador, el próximo domingo, a partir de las dos de la tarde, o tal vez, recordando una de las jornadas nocturnas de “Luna Llena”, en donde, el último jueves de cada mes, teniendo como pretexto el teatro, la poesía, el gesto, o la vida misma, se entenderá que la muerte es un asunto natural que no espanta, sino que llega.

Todo lo anterior forma parte de las imágenes creadas por la paranoia grupal mientras una metáfora crea el lenguaje respirado como parte de la muerte, ¿o será al revés?, la muerte muy cercana a nuestros hombros para decirnos con tranquilidad, nada de nervios, que después de nacer morirse es lo que queda.  Eso cree Wilson, mientras escurre su pañuelo. Él, como Guía sabe que quienes lo escucharon salen untados del olor que deja la memoria mientras respira sus recuerdos.

 

 

 

 

 

 

pensamientos de 30 \"«POLVO ERES…»\"

  1. Wow.. Hector, te cuento que con esto de la tecnología me he vuelto muy mala lectora, pero tus escritos me transportan a mi Medellín del alma, que por cosas de la vida he dejado físicamente pero mi corazón figurativo, es decir, mis sentimientos, siguen allá.
    Disfruto mucho de todo lo que escribes.
    Gracias

    Patricia Vélez Diaz

    1. Patricia. Gracias por tu comentario gracias por ser leal lectora de este blog, y, esa es la idea, registrar el olor de la ciudad en el alma de quien lo vive para acercarnos al trocito de historia que creamos al nacer aquí. Bacano que permanezcas acá aunque estés allá. Un abrazo.

  2. Preciso este escrito que compartiré con mis estudiantes de 9° de la U.P.B, donde estuvimos leyendo el capítuloII del libro: «Medellín es así» del periodista . Ricardo Aricapa, allí en este capítulo se menciona mucho la ciudad de los muertos, como una metáfora de los cementerios.
    Me siguen impactando las fotografías que acompañan estas bellas crónicas.
    Un maestro que hace vibrar nuestro ser en cada escrito.
    Gracias amigo.

    1. Hoarcio, gracias por tu generoso concepto y me alegra mucho que tus estudiantes de noveno grado de la UPB tengan acceso a esta crónica que dibuja la realidad de nuestra realidad. Un abrazo maestro de muchas metáforas.

    2. Buenas tardes profe horacio
      frente al parque de la república, en el barrio de Sevilla, hay un sitio con una historia magnifica, el museo cementerio de San Pedro, tiene el nombre del primer papa católico, esta constituido por mausoleos, tumbas, monumentos y esculturas, era exclusivo para quienes tenían dinero y se construyo por razones de salubridad, es una idea de los poderosos para excluir a los pobres, quienes debían enterrar los muertos en otro sitio, se pueden apreciar galerías, bóvedas y demás elementos, se aprecia que cada tumba tenga su historia; Desde mi punto de vista esta crónica tiene mucha pertenencia cultural, ya que relata distintas expresiones para cada caso, dando lugar a uno de los patrimonios de Colombia.
      Isabela Gomez Salazar 9°14

    3. El museo de cementerio de San Pedro tiene el nombre del primer papa católico, pero antes de su fundación el 22 de septiembre de 1842 fue nombrada San vicente de Paul, fundado por el médico Pedro Uribe Restrepo, el cual reunió 50 socios de 50 familias adineradas de esa epoca, con el fin de crear el primer cementerio privado de Medellín, en el que solo se sepultaron ricos, por lo tanto los pobres debían enterrar sus muertos en otro sitio.
      Desde 1998 forma parte de la red de museos de Medellín y en 1999 fue declarada como monumento Nacional.
      En este museo no están ni la tumba ni los huesos, solo se tienen referencia de el nombre y del año que murió.
      “a partir de 1960, cuando aparecen en la ciudad los campos cementerios, y las personas con mayor poder adquisitivo comienzan a sepultar, allí, a sus parientes, el de San Pedro deja de ser exclusivo para los ricos, y se comenzará a enterrar a las personas más humildes”. Aclara el antropólogo.
      Andrea Castro Ruiz 9-14

  3. » Despues de nacer …Morirse es l o que queda, encierra el recorrido por el asfalto itinerante , de quienes somos transeúntes con o sin sentido a veces de lo que llamamos vida…Tuve la oportunidad de estar allí el pasado 4 de Mayo , recordando en su ausencia a un ser muy querido por nosotros, que está allí desde hace 9 meses, y a quien hoy y todos los días le doy y le damos gracias en mi familia , por su testimonio ejemplar de sencillez , elementariedad y humildad durante toda su existencia , y una vez más pude concluir , después de recorrer todo ese museo de la vida , que al final , como lo afirma Benedetti……Todos somos iguales »
    Que homenaje a la vida con esta crónica profesor Barrientos.
    Un abrazo,
    RDV

  4. Estudiante grado 9-13 U.P.B
    muy interesante, es una crónica que deja con ganas de más, de investigar más a fondo la historia de este cementerio que resguarda en cada una de sus tumbas una historia diferente tanto de gente Rica como de gente pobre, que bonito tener en Medellín un espacio que aunque guarda mucho dolor es un ejemplo de su historia.

  5. Estudiante de la UPB
    Sinceramente este tipo de textos me transportan a la historia de la Medellín que no pude vivir, me empapa de todos los momentos que van guardados en los corazones de nuestros familiares y amigos. Precisamente el tema de los cementerios me atrae mucho, ver cómo en cada rumba hay un recuerdo, una familia, una historia de dolor y superación que nunca se olvida y que hoy pude leer; vivir la historia que nos cuenta el San Pedro con cada una de sus galerías y espacios, transportándonos al espacio donde los ricos pagaban por morir en un lugar lejano al feb los pobres y aún así hasta el cementerio le dimos nuestro toque de cultura peculiar. Este tipo de crónicas son las que deben quedar para contar, para transmitir y enseñar en un espacio que se cree que predomina la muerte pero la razón principal de la visita a este lugar es la vida que cada quien tuvo alguna vez en este infierno terrenal llamado caos.

  6. Nos gusto la historia ya que en esta contaban sobre el cementerio para ricos que se convirtió en museo y lugar turístico en Medellín, cuenta su historia, como fue que obtuvo cincuenta socios y por que se llamaba así y mucho más. La historia de cuenta a través de una historia en la que unos universitarios van recorriendo el museo, me pareció buena por eso me pareció muy interesante.
    Ximena Álvarez- Luciana Álvarez 9-13

  7. El museo cementerio de San Pedro en el nombre del primer Papa católico, antes de su fundación se llamó San Vicente de Paúl así le dice Wilson un joven antropólogo nacido y criado en Lovaina ( una barrió vecino) grupo de personas que con máxima atención escucha el conocimiento que posee sobre este lugar.
    El museo cementerio de San Pedro era un cementerio solo para ricos entonces necios era un sitio exclusivo para los que tenían dinero y estaba alejado de la que era antes Medellín un pueblito con 9000 habitantes. Buen El museo cementerio de San Pedro era un cementerio sólo para ricos entonces necios era un sitio exclusivo para los que tenían dinero y estaba alejado de la que era antes Medellín un pueblito con 9000 habitantes. Está el cementerio le hicieron los poderosos para excluir a los más pobres quienes debían enterrar a sus muertos lejos de aquí porque parece que a los ricos les daba náuseas Los pobres. Se volvió muy feo desde 1988 y en el año 1999 fue declarado movimiento nacional no I Los pobres. Se volvió muy feo desde 1988 y en el año 1999 fue declarado movimiento nacional.
    Desde 1842 se empezó a construir y en 1845 se finalice lo primero que hizo fue la rotonda conocida como galería de San Pedro. La primera persona que enterrar a un feo nada más Sixta Fernández de Jaramillo y sus y su entierro fue desde 1842 se empezó a construir y en 1845 se finalice lo primero que hizo fue la rotonda conocida como galería de San Pedro. La primera persona que enterraron pero nada más sexta Fernández de Jaramillo y sus y su entierro fue en 1845 pero sin embargo los inquilinos son más viejos son dos hermanos de apellido Barrientos José Antonio y José Marín y lo sepultaron en 1845 y 1846. En mi 960 este cementerio deja de eso de lo ser exclusivo para los ricos y se empiezan a enterrar a las personas más humildes 1845 pero sin embargo los inquilinos son más viejos son dos hermanos de apellido Barrientos José Antonio y José Marín y lo sepultaron en 1845 y 1846. en 1960 este cementerio deja de eso de lo ser exclusivo para los ricos y se empiezan a enterrar a las personas más humildes. .

  8. Buenas tardes profe Horacio
    Frente al parque de la República, en el barrio se Sevilla, hay un sitio con una historia magnífica, El museo cementerio de San Pedro, tiene el nombre del primer papa católico, está constituido por mausoleos, tumbas, monumentos y esculturas, era exclusivo para quienes tenían dinero y se construyó por razones de salubridad, es una idea de los poderosos para excluir a los pobres, quienes debían enterrar a los muertos en otro sitio, se pueden ver galerías y demás elementos, contando historias en cada tumba; Desde mi punto de vista esta crónica tiene mucha pertenencia cultural, ya que relata distintas expresiones para cada caso, dando lugar a uno de los patrimonios de Colombia.
    Isabela Gómez Salazar 9°14

  9. Buenas tardes profe horacio
    frente al parque de la república, en el barrio de Sevilla, hay un sitio con una historia magnifica, el museo cementerio de San Pedro, tiene el nombre del primer papa católico, esta constituido por mausoleos, tumbas, monumentos y esculturas, era exclusivo para quienes tenían dinero y se construyo por razones de salubridad, es una idea de los poderosos para excluir a los pobres, quienes debían enterrar los muertos en otro sitio, se pueden apreciar galerías, bóvedas y demás elementos, se aprecia que cada tumba tenga su historia; Desde mi punto de vista esta crónica tiene mucha pertenencia cultural, ya que relata distintas expresiones para cada caso, dando lugar a uno de los patrimonios de Colombia.
    Isabela Gomez Salazar 9°14

  10. El museo de cementerio de San Pedro tiene el nombre del primer papa católico, pero antes de su fundación el 22 de septiembre de 1842 fue nombrada San Vicente De Paul, fundado por el médico Pedro Uribe Restrepo, el cual reunió 50 socios de 50 familias adineradas de esa época, con el fin de crear el primer cementerio privado de Medellín, en el que solo se sepultaron ricos, por lo tanto los pobres debían enterrar sus muertos en otro sitio.
    Desde 1998 forma parte de la red de museos de Medellín y en 1999 fue declarada como monumento Nacional.
    En este museo no están ni la tumba ni los huesos, solo se tienen referencia de el nombre y del año que murió.
    “a partir de 1960, cuando aparecen en la ciudad los campos cementerios, y las personas con mayor poder adquisitivo comienzan a sepultar, allí, a sus parientes, el de San Pedro deja de ser exclusivo para los ricos, y se comenzará a enterrar a las personas más humildes”. Aclara el antropólogo Wilson.
    Andrea Castro Ruiz 9-14

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