No son cifras

Son personas

No fue suficiente decirte adiós con la mano, verte cruzar la calle, lanzarte un te quiero por la ventana, acompañarte con la mirada hasta que en la esquina doblaras, o esperar tu llamada. No fue suficiente decirte adiós porque el abrazo prometido a casa no regresó. Es que tanta espera desespera cuando el insomnio se vuelve almohada, cuando al tinto de madrugada lo endulzan gotitas de la mirada, cuando loca le gritan al verla mimar a quien no tiene rostro. Aunque a nadie perjudicaste invisible te volvieron por una idea contraria, por una deuda aplazada, por la rebelde utopía, por no reclutarte, por una herencia maldita, por la perpetua envidia, por la defensa del agua, por la intolerancia que tu desaparición forzada justifica. Y te sientas en la sala cuando el teléfono suena,  la puerta abren, una visita llega, el noticiero empieza, Silvio en el bus canta, las velitas del 7 prenden, “Ooolimpica” anuncia en septiembre a diciembre, “Bienvenido” de Mario Benedetti releo, cuando “Alexa, mi pueblo natal de Niche” solicito, cuando subo a la 13, cuando trapeo tu alcoba, cuando sacudo el nochero, cuando tu closet reviso o cerveceo en la esquina, cuando suspiro tus palabras o voy al Atanasio, cuando imagino la lonchera que mamá te preparó esa mañana, cuando “cinco pa’ las doce” las lágrimas desgarra, cuando tu cumpleaños llega o la luna de nostalgia moquea, cuando evoco tus carcajadas en las ballenitas de  Comfama, o cuando del triciclo caías. Regresas con el olor a gimnasio, la medalla que ganaste, el raspón en las rodillas, y el merthiolate que te sana, dijiste en tu primer día de escuela, “no pasa nada má”, y con el uniforme de preescolar llegaste embarrada. Recordando las metáforas que escribías encuentro el verso que un atardecer me regalaste: fuiste el tío bacano, la incondicional mamá, el abuelo aguardientero, el sobrino andariego, el infaltable primo, papá alcahuetiando, el hermano conchudo, y la abue cantaletiando.

Edwin, Yojan, Alejo, Vicky, Martín Elías, Kelly, Ramón, Tulio, Manuel, Edith, Carmen, don Jorge, Marujita, Esther Julia, Simón, o Duván, no son cifras. Son personas que un día se despidieron del barrio convencid@s que regresaban, convirtiendo a Medellín en cementerio sin lápida. Y todo porque alguien les prohibió seguir abrazando los abrazos de amigos y familiares, quienes se niegan a olvidarles. Con tanta separación renacemos al convertir la dolorosa incertidumbre en soñada esperanza, que un día retornen para volver a compartir con quienes  les extrañan.

31 de agosto de 2025

pensamientos de 4 \"NO SON CIFRAS\"

  1. “16 nombres nombrados honrando 16 sueños interrumpidos , de miles que aún no se nombran pero que igual están ahi, en la mente de quienes los rodearon …gran homenaje profesor Barrientos “

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