“Ahí viene”,

pero no escuché.

Esta folclórica dama hacía que los hombres le temiéramos. Ella inventó el pánico de la céntrica masculinidad porque, como dice el abecé callejero, “no hay que dar papaya”: Su nombre fue borrado por un apodo que alguien le adaptó. El recuerdo no recuerda cómo se llamaba, ni dónde residía. Murmurábamos lo que otr@s murmuraban, que, desde el 12 de octubre (noroccidente) bajaba a ganarse (a su manera) la vida. A ella, como a tant@s, el olvido desvaneció su existencia, y sólo en un renglón del Colombiano (como en la edición del sábado 30 de octubre de 2010) se nombra a esta a mujer como si fuese un invento de la imaginación, negándole el lugar que ocupó en la historia impredecible de esta urbe sin memoria.

“Ahí viene”, me advirtió Gloria Patricia (compañera de estudio) un soleado sábado de junio de 1982, con quien fui a “loliar” a Junín después de finalizar el primer semestre académico. Tan relajado leía las portadas exhibidas en la vidriera de la Librería Nueva (frente a las escaleras eléctricas del Coltejer) que no escuché la voz de alerta: sólo oí el hijueputazo que pronuncié, y el jijiji de la mano que atenazó mis guevas.  Esa mano era la de “La Piragua”, la mujer que en los años setentas y ochentas (del siglo veinte) divirtió a Medellín con su obsesión por el par de bolsitas mientras carcajeaba como halloween, convirtiendo este trozo del Centro (desde el parque de Berrío hasta la carrera Junín) en temblor testicular para quienes por allí transitábamos. Para que me soltara le entregué una moneda que tenía impresa a la patriótica Policarpa. Ella, como si nada, tongoneandose dobló hacia la Primero de Mayo. Sabía que allí otro “cliente” hallaría.

“La Piragua” interrumpió el desestrés de la primiparada universitaria.  Hasta ahí llegó mi curiosidad bibliográfica porque de una llegamos a Versalles (yo caminaba como un paréntesis) para ocultarnos en dos empanadas argentinas: le huíamos a la risotada que produjo mi genital padecer entre quienes también “Juniniaban”. Cuarenta y dos años después evoco esa achantada para testimoniar, con nostalgia, el regreso de dónde nunca me he ido, de mis recuerdos así no los escuche.

Septiembre 1 de 2024

pensamientos de 12 \"«AHÍ VIENE»,\"

  1. Ja ja ja .Tremendo apretón vajito te pegaron Héctor. Recuerdo el personaje, muy popular en la época. Se hacían chanzas con él: ‘ ojo la Piragua’. la gente se ponía alerta; y todos reían

  2. La Piragua, un referente de mujer irreverente, transgresora de valores, nada de normas y códigos moralistas; el irrespeto era su sello de distinción . El alter ego de los más pacatos y solapados;
    la deben añorar para ver realizadas sus acciones reprimidas.
    Un aplauso a su atrevimiento.

  3. “ Ja,ja,ja,ja!! A mi todavía me están ardiendo, y por partida doble en pleno Bolivar con Colombia…. Aún debe de estar en la memoria inferior de muchos transeúntes desprevenidos ( como yo ), que recorríamos el centro de Medellín todos los días …. Muy especial la piragua “

  4. Chistosa la experiencia y genial la delatada de Fernando «el mercado que muchas en la universidad deseaban» Es un deleite leerte querido Héctor

Responder a Jaime León Gallego Gil Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *