“Ahí va”
El primer vuelo
En la Medellín de 70.000 almas, sin motos, sin agua potable, sin atracos, sin aeropuerto, sin wifi, melancólica y predecible (porque hasta los chismes eran pronosticables) ese domingo de 1913, ocurrió lo inimaginable, y todas esas almas fueron pellizcadas por la pueblerina curiosidad.
Ansiosas esperaron que fuesen las once y media de esa mañana, para ver al primer pájaro sin plumas (pero sí de tela y madera) volar sobre la adolescente capital. Y ese raro bicho, conducido por el gringo George Schmitt, se alzó desde el morrito donde quedaba la finca de Roberto Medina (llamada La Pradera, y ubicada en el Poblado) con dirección a Belén. Un planeo de pocos minutos fue suficiente para que ese 26 de enero, el tumulto de testigos pasara del incrédulo susto al sonriente aplauso, al comprobar que se rompía su tedio cotidiano, tanto, que, los gigantes aguacates que producía la finca – y que todos apetecían – fueron olvidados por esta sensata locura.
Desde ese domingo, cuando alguien miraba hacia el cielo, no veía nubes porque su fantasía se activaba poniéndole alas a sus pies (aunque no tuviese zapatos) mientras caminaba por el empedrado suelo de esta pequeña ciudad, sin ni siquiera intuir, que montar en avión, ahora, fuera tan fácil, sí se tiene con que pagar el tiquete.
Septiembre 16 de 2021
Me contaba mi mamá, ya fallecida, que cuando sonó el primer avión muchos pensaban que se iba a acabar el mundo, se echaban la bendición y las vacas levantaban su cabeza y mugian asustadas.
Buena anecdota, Fercho. Te espero en la próxima dandote las gracias por leer y opinar la crónica.
… Ese era y hasta muchísimos años , el programa de quienes no teníamos otra diversión más , que irnos para el “ Olaya Herrera haber despegar y aterrizar aviones …. No teníamos más nada para hacer un Domingo . Pero éramos felices…. Gran nostalgia con este primer vuelo profesor Barrientos….
Así es, Rubencho. Felices y lo sabíamos, por esa razón disfrutabamos lo simple de vivir lo elemental. Gracias por leer y opinar la crónica.
Amigazo.Una crónica con olor y sabor a vuelo y a recuerdos como los de Rubén Villada,cuando las familias tenìamos como programa ir al aeropuerto a sentir de frente el calor y el aire de los aviones que despegaban y que querían ele varnos
Gracias nuevamente.
Horacio, gracias por tu leal permanencia en estas crónicas que describen lo que somos. Gracias por leer y comentar el texto publicado. Te espero en la próxima.