Heroínas y Héroes

Senseis

Mientras sus estudiantes de escuela campesina inventan con su imaginación colorida, ella dibuja con su abrazo la alegría de verlos llegar como si fuese el primer recreo que respiran. Sin rutina inician el ABC del aprendizaje que la joven maestra expresa en cada vocal, o en la suma que con hechizo maternal enseña: los niños y niñas de primer grado estrenan sonrisas cuando desempacan, de las bolsas de supermercado de ciudad, los trocitos de lápices que han sido consumidos por el deseo de crear la Luna con bufanda, como la pintada por Sebastián, cuando Andrea le pidió que dibujaran los ojos del abuelo, mientras le cuenta cuentos. Los chiquillos renuevan con sus palabras esa magia que alimenta el amor por la profe cuando entran al único salón de la escuela. Su rostro sin maquillar les motiva a comprender por qué el sol no tiene gafas. Ella amontona en su corazón, de niña grande, la cartilla de la esperanza al oler en sus almas su pegajosa compañía.

Mientras repasan las tablas del multiplicar su voz invita a defender la libertad, hallando en esa palabra las crayolas que los llevarán a viajes sin pasaporte. La docente de estos estudiantes de vereda, de uno de los cinco corregimientos de Medellín, es el pretexto para reinventar la dicha “de estar helados, pero no congelados”. Lucas, el pecosito que camina una hora para llegar a clase, esconde su vitalidad en la espalda de Rocío, la niña más pequeña del aula, al decirle con tono enérgico, “¡estatua!”.  Ella finge estar paralizada por las lágrimas de felicidad que el cielo descongela, mientras el niño desaparece como cometa desamarrado. Andrea pide que ingresen al salón para evitar resfriarse, pues en Palmitas llueve, aunque no llueva. Rocío le responde sin mover los labios, esculcando con su mirada la posibilidad de encontrar a Lucas para que no la vea pronunciar. “Profe, usted me dijo que la libertad existe y estoy cerquita de encontrarla”.  La mujer sonríe mientras se arrodilla para escuchar a tres estudiantes de quinto que juegan a contarse los cuentos que el abuelo la noche anterior les contó.

Andrea representa a héroes y heroínas incondicionales, quienes, con su convicción de cuaderno nuevo, nutren el corazón y la reflexión de los estudiantes matriculados en las 229 instituciones educativas oficiales, los 337 colegios privados, y los 325 centros de cobertura de la ciudad.  L@s senseis que guardamos en nuestra memoria sin que ell@s se enteren. Por eso, cuando l@s encontramos sorpresivamente, después de no verl@s durante largo tiempo, un sonoro “¡profeeeeeee!” tatúa con nostalgia la gratitud de esa historia escolar desde preescolar hasta once grado.

 

Abril 28 de 2004

Imagen tomada de (Periódico el Campesino)

pensamientos de 8 \"HEROÍNAS Y HÉROES\"

  1. Hola Héctor: vuelves a retrotraer nuestras infancias cuando la profesora Blanca nos enseñó las primeras vocales y a dibujar y cantar los números.
    Un homenaje a esa mujeres y hombres jóvenes que acumulan tiempo valioso para poner a volar nuestro ingenio de niños ávidos de ser grandes.
    Gracias Héctor.

  2. “ El colorido del relato , plasma trazos de esperanza en aquellos sueños por cumplir , por estos seres anónimos que insisten en la formación de todos los niños que aun anhelan aprender a vivir , gran tributo a estos maestros (as ), de la vida “

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