¿Invadir a Medellín?
¡A quién putas se le ocurrió!
De qué se acusa a la señora que embellece las uñas de sus clientes, o al niño que acompaña a su tío ofreciendo bolsas para la basura, o al hombre que asiste sin falta alguna al gimnasio, o al muchacho que lava carros, o a la dama que ofrece tamales, o al perrito sin dueño que cada mañana orina en el mismo chamizo, o al acróbata del semáforo, o a la mujer emberá que en la calle Ayacucho teje sus chaquiras. Con certeza ninguno logra reunir los $ 25.637 del salario mínimo mensual (de ese entonces) para que un tipo proponga tachar de su lista la ciudad
que habitan.
¿Qué pasó que estás tan volcánico?, me dirás.
El lunes 4 de abril de 1988, Caracol, en su programa radial 6 am 9 am, entrevistó al alcalde de New York, Edward Koch (1924 – 2013) quien manifestó, textualmente, ante una de las preguntas del periodista: “Si ustedes nos solicitan que les prestemos personal militar para bombardear a los narcotraficantes de la droga, yo estaría dispuesto a decir que sí. Si ustedes nos piden que les enviemos tanques de guerra para invadir a esa ciudad, ¿cómo es que se llama…? Medellín, yo diría también que sí”. El energúmeno se refería a la solución que le daría a la repetida historia, de la cual estamos mamados (por el estigma que deja) de tanto verla rodar como trompo sin freno en Netflix, o en las telebobelas que incitan a que nos discriminen aún más. Como el país del susodicho personaje, era y es, el mayor consumidor de sicoactivos en el mundo, fácil para él proponer que la culpa es de nosotros.
El hombre se despachó en ese programa radial, y el millón y medio de medellinenses nos indignamos, mientras el alcalde William Jaramillo Gómez (1935– 2001) protestaba con pálida energía en El Espectador del 6 de abril de 1988: “Él siempre ha sido bastante lengüisuelto y en esta ocasión se tomó atribuciones que son competencia del presidente de la república”, así, que, si lo hubiese dicho Ronald Reagan, esa era su función como presidente: acabar con la ciudad que gerenciaba, como si fuese un chiste (dicha amenaza) con olor a traba. Le faltó mucho Vive 100 a su respuesta para defender la urbe que aprendió a levantarse de tantas zancadillas que le siguen poniendo.
En este preciso instante te invito que regreses tu mente como si estuvieses escuchando a quien se rambotizó contra una población que ni sabía dónde quedaba, e imagina a los personajes que describo en su rebusque diario. En ese
viaje de retorno encontrarás la misma Medellín resiliente; sin Metro pero con gente caminándola, gozándola, viviéndola y queriéndola. Personas entusiastas con sus ilusiones intactas, emprendedoras de la sobrevivencia y solidarias con quien solicita ayuda, así no tengan el pasaje de regreso a casa.
Enero 24 de 2022
Viven haciéndole apología a la USA o policía del mundo, pero siempre hemos sido para ellos el eje del mal por la producción de drogas que ellos con tanto gusto consumen y utilizan sus dineros para combatir el comunismo o a los gobiernos que no se les arrodillan.
Gracias, Fernando, por leer y opinar esta crónica. Te espero en la siguiente.
Un mal que sí ha durado cien años y sigue en pie,pues para ellos este es el solar de su casa y pueden entrar a su antojo,máxime con los pusilánimes de mandatarios que han pasado por este paìs.
Gracias por recordarnos todo esto y un poco más.
Horacio, muchas gracias por leer y comentar la crónica. Como siempre, te espero en la próxima.
Me encantó esta historia !!
Susa, muchas gracias por aportar tu saber en el diseño del blog, y en ubicar, en Así huele Medellín, de cada una de las crónicas. Muchas gracias por acompañarme en este esfuerzo escritural.
Total mi queridísimo profesor ….El tal putas ese , es muy posible que aún siga en la hoguera , esperando que el alcalde de la época , tambien salga de la misma , para hacer la solicitud de invasion …Excelente remembranza…..Un abrazo,
Gracias, Rubencho, por estar ahí, leyendo y opnando la crónica. Te espero en la próxima.
Muy Buena Enseñanza, donde cada uno trata se Salir adelante por sus propios medios y no como la muestran en el exterior Don Hector
Gracias, Cristian, por leer y opinar esta crónica. Te espero en la próxima.