¡PARCE!

El parlache, el otro lenguaje

 

(A pesar que nos taparon la boca)

Su ego inflamado le activa el tumbao de su caminadito intimidante. Es consciente que imita al Pedro Navajas, el personaje central de la extensa canción de Rubén Blades, que muchas disqueras se negaron a imprimir por considerarla una novela. Y es que esa convicción la lleva su cabeza porque en su plana gorra, se lee: ¡Parce!

Mientras sube las torturantes escalas – única vía de acceso al barrio encaramado sobre el cerro, y que algunos, que todo lo tienen, para esconderlo llaman Comuna – se la reacomoda para amenazar las gotas de sudor que manchan con ardor sus ojos, palideciendo con resoplos cuando la voz de Manuela lo frena ¡Qué chimba!

Jimmy y la muchacha se saludan a través de los malabares que hacen con sus dedos, terminando el ritual de amistad con un toquecito de talones – de sus impredecibles tenis – para expresarse sus complicidades urbanas.

– Marica, me la fío un parcero. Le responde el obeso hombre a su inesperada
compañera.
– Mela, mela, replica la joven que lleva en su cabello un color indescifrable.

Y mientras él continúa en busca del rancho – como le dice a la humilde vivienda de su abuela, Sarita – como la llama – baja las escalas de dos en dos, para ir de prisa en busca de lo que no encontrará.

El ¡Parce!, tejido en la gorra, lo eleva más allá de la levitación porque identifica su valentía para sobrevivir como operario de una empresa que refrigera los alimentos que a su familia no le sobra. Estirar un flaco salario, en la Medellín que todo lo cobra, es lo que lo lleva a defender a los suyos con esa palabra que otros, los del barrio sin angustias, niegan. El muchacho no conoce el origen del vocablo, pero lo exhibe inflamado. No le interesa, tampoco, indagar su historia, pero hoy su gorra la publicita.

Es que parcero procede de parceiro que en portugués significa amigo, compañero, cómplice. Este lenguaje de esquina y ausencias, de los años sesenta y setenta, del siglo veinte, en las cuadras de los barrios marginados, se multiplicó hasta aceptarse como único lenguaje que expresa la rebeldía que desconoce a la institucionalidad como gobernante de sus vidas: parlache – parlar ( hablar) en el parche (esquina), decidieron llamarlo los profes Luz Stella Castañeda Naranjo y José Ignacio Henao Salazar, de la Facultad de Comunicaciones, de la Universidad de Antioquia, para identificar la investigación que hacían, en la segunda mitad de los años noventa, con sus estudiantes.

Parce es, entonces, una de las dos mil seiscientas palabras del abecedario creado por los jóvenes que, con sus sueños fracturados y con sus ilusiones enyesadas, eran excluidos por la desigualdad económica de un país que expulsaba sus esperanzas hacia los morros de la ciudad, lejos de los eructos barnizados de quienes olvidaron que ellos también existen. Entonces trajeron la palabra parceiro adaptándola al español como parcero; concluyeron los docentes
Luz Stella y José Ignacio, con sus alumnos de la U de A, por la cercanía del rebusque ilegal que ingresaba por Brasil hacia Colombia.

Y esos mismos muchachos – en los tristes años ochenta – fueron reclutados por la oferta que alguien – al que llamaron patrón – les hizo: conseguir en un dos por tres, mientras chasquean así, sí, así, un par de dedos; la oportunidad que el Estado les negó, utilizando, entonces, la clave conversada para que la autoridad no leyera sus voces, hasta que el canta autor antioqueño Juanes la internacionalizó al introducirla en sus presentaciones. Así, que, el Parcero se volvió famoso, se mostró en los escenarios mundiales, siendo reconocida por la prensa que legitima lo que vende, y censura lo que no le conviene.

Por eso Jimmy, cuando llega a la estrechez de la casa de la cucha, como le dice a su abuela, lo primero que nombra, después de besarle las arrugas sin tiempo, es:

– Mirá que chimba me conseguí, arrancándose la gorra de su sudorosa rapada.
– ¡Chito!, mijo, no digás groserías porque el señor nos castiga, le interrumpe la vieja.
– Relájate, bebésauria. No es vulgar porque Juanes también lo dice en sus conciertos. Sentencia el nieto.

Mientras estira su enorme cuerpo, en la crocante cama de la anciana, acaricia la gorra que descansa sobre su gelatinoso estómago, mientras endulza su comentario: – Parce, huelen a Rap los frijoles que estás haciendo.

La añeja mujer responde confundida, mientras le sube al tonito.

– Parce no. ¡Tu abuela!… ¡tu abuela!; no se te olvide, ¡parcero!

Diciembre 25 de 2020

 

 

pensamientos de 15 \"¡PARCE!\"

  1. Interesante, Como me divierten tus escritos!!! Excelentes y reales vivencias que no todos tenemos acceso a estos, sería genial que contemplaras la pisibilidad de convertirte también en
    columnista para un periodico o una revista .

  2. Huele a ciudad, la de los ghettos, la olvidada hasta que llegan las elecciones, la de los paisas del rebusque, no la de los paísa de Llano grande, los que el día es una aventura nueva por sobrevivir, los paísa que aún con sus carencias aman a la Medellín excluyente y clasista.

  3. El lenguaje de lo cotidiano volando sobre el asfalto que pisamos todos los días y que vive en la mente de esos seres maravillosos que habitan las laderas de nuestra industrializada Medellin , con la esperanza algun día de alcanzar esos sueños tan soñados por alguien que no sabemos si amaneció o no en nuestras empinadas comunas paisas , y que por siempre serán los parceros del » Parlache » y del «Parce»….En buena hora profesor Hector .

  4. Nuevamente, Héctor, usted con sus inspiradas historias sobre la vida cotidiana de Medellín, me recrea momentos vividos en estas calles cuando aún me sentía joven y que ahora siento nostalgia al revivir las faltas de oportunidad padecidas por nuestra juventud paisa.

  5. Amigo. Una crónica del lenguaje de los que no tienen sino su lenguaje para expresar lo que no tienen, pero que no pierden la esperanza de conseguir su rebusque diario, confiando en la Virgen que les salga un trabajito, en lo que sea , pero que puedan comer ese día y llevar para su cucha, abuela o hijos.
    Así es la vida de muchos de la » comuna», ese eufemismo que se inventaron para tapar la pobreza que campea en la oscuridad de nuestra ciudad.
    No dejas de escribir sobre la realidad que no se quiere mostrar y menos oir.
    Gracias maestro.

  6. El lenguaje oral, otra herramienta para manifestar necesidades, para mostrar realidades, para denunciar lo de siempre: abandono, violencia, injusticia; y también para hablar de esperanza, sueño, oportunidad.
    Gracias profe por tenernos más cercanos a estos entornos, que nos negamos dentro de nuestras comodidades, a pensar que existen.

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