La de siempre
Nos alcahuetea a todos
En muchos de los 275 barrios (incluyendo los 5 corregimientos con sus 57 veredas) que tiene Medellín, las vivencias apeñuscadas también caben en la estrecha solución que guardan los estantes, al amarrar la conversación de sus visitantes a los fiados con cervezas desempleadas; las mismas que acompañan el cuaderno donde se “apuntan” las deudas que inventa el almuerzo, de todos los días: media librita de yuca, doscientos de sal, tres papitas, dos mil de salchichón, así de ají, doscientos de Maggi, una migajita de cilantro, a la noche le pago las coles, que le manda a decir mi tía, que si le fía, otro fiado, una gótica de aceite ¿viste el golazo de ese man? ¡dizque cogieron a los tipos ésos! Y, sin salirse del libreto rutinario también aparece la infaltable pegunta ¿de qué me perdí? Palabras con boca que se vuelven ahijadas de tanto verlas, piensa su emprendedor dueño.
En la casa de todos se transforma la tienda. Aquí se resuelven desde el problema de estómago hasta ausencias prolongadas, porque en terapia de la vecindad se convierte el comentario sin fecha de vencimiento. Con ese olor a lo mismo, donde nunca falta la creencia en la esperanza porque alguien dijo, que otro dijo, que el 428 caerá hoy, así que, juntando lo imposible, todos hicieron el chance que ofrece don Raúl (el tendero) cuando Ángel, el cliente del comentario con guión, tuvo la corazonada en uno de sus sueños con los ojos abiertos: ese número ganará, dijo, sin saber cuándo. Y como no ganaron se resignaron sin protestar porque quizás, la próxima semana, después del anterior intento, volverán a apostar cuando lo último que se pierde es la fe, que no saca a nadie de la pobreza, pero alimenta la imaginación de creerse dueño de la abundancia, sin importarles, que el fiado siga enflaqueciendo las finanzas de la tienda. Si se quiebra nos quedamos sin presente, concluye la doña, quien, desde hace meses mantiene en rojo la estabilidad contable de esta historia.
Julio 14 de 2021
No es posible hablar de barrio, sin tienda ni tendero.
Ese espacio se convertía en consultorio, oficina, salón de clase y nosotros, sus visitantes, éramos los pacientes de aquel sabedor de cosas que para cada problema tenía una solución.
La tienda como espacio terapéutico y sanador de desengaños y desesperanzas.
Gracias Héctor por recordárnoslo.
Miguel, excelente comentario. Agradezco el hecho de leer y opinar la crónica. Te espero en la próxima.
Un espacio al que todos hemos recurrido en alguna vez,pobres o ricos.La tienda del barrio.
Un espacio para contar y saber lo ocurrido en la cotidianidad,pues allí se teje y desteje hasta la honra de sus habitantes.
Qué bueno recordar estos lugares que nos son tan propios.
Horacio. Gracias por tu comentario, gracias por leer la crónica, gracias por estar siempre presente. Te espero en la próxima, siempre te diré.
«La historia de las tiendas , son las historias del barrio y viceversa. No ha habido cosa mejor , que el pan con salchichón que allí nos fiaba Don José , en el caso de mi entorno….Anécdotas , vivencias , y todo lo inimaginable se encontraba allí , ese era el internet de la época , allí nos enterábamos de todo, lindo homenaje a ese pedazo de esperanzas que aún se conservan profesor Barrientos».
Rubencho, humano recuerdo el que plasmas en este comentario. Tan humano, que quien lo lea, sentirá que esa tienda es la escuela de vecindad de su barrio. Gracias, muchas gracias, por leer y opinar la crónica. Te espero en la próxima.