Doctor Lopera

1951 – 2024

No le paró bolas al papá cuando le dijo que el hijo de un campesino jamás lograría entrar a la universidad. Al aprobar el examen de admisión le respondió: “lo logré, ya soy médico”. Y con un préstamo se graduó en la de Antioquia. Tampoco escuchó al escepticismo cuando su investigación comenzaba. Su abuela no lo reconoció porque la memoria se le borraba, entonces prometió descubrir la solución a esta invisible enfermedad. Pacho, como le decían de niño en Aragón, corregimiento de Santa Rosa de Osos (norte antioqueño) se convirtió en el doctor Lopera para sus pacientes: Sí, Francisco Lopera Restrepo se hizo neurólogo en Bélgica, profesor de la U de A, y coordinador de 150 filántropos, como él, en el Grupo Neurociencias de Antioquia donde encontró la causa que evitaría el Alzheimer a temprana edad. Nadie le creyó hasta 1986 cuando colegas de otros países comenzaron a consultar su opinión hasta declararlo ganador del (intentaré escribirlo porque el único idioma que hablo es el de la esquina) Potamkin Prize for Research in Pick´s, Alzheimer´s, and Related Diseases, el 14 de abril de 2024. Premio equivalente al Nobel de medicina. Desde 1978 se viene entregando tal distinción y, por primera vez, lo concedieron a un latinoamericano, al hijo de campesinos antioqueños, al maestro de la U de A, al habitante de la impredecible Medellín, a un modesto médico; pero cinco meses después de recibir el aplauso mundial, falleció. Se fue como vivió, sin estridencia alguna, convencido del deber cumplido, regalando esperanza a la humanidad, pues cuarenta años de esfuerzo científico continuarán en el GNA de la U de A hasta hallar la cura del temido olvido. El día que murió, 10 de septiembre de 2024, el mundo recordó al sensei, mientras que en Colombia sólo se hablaba de un futbolista que no convocaron a la selección nacional.

  • ¿Y por qué le dieron este premio? Te preguntarás incrédulo.
  1. Un señor de Belmira (norte de Antioquia) llegó a su consultorio porque sus recuerdos se desvanecían. Tenía 47 años. Es muy joven para sufrir esta enfermedad, pensó el doctor Lopera, de apenas 33 años. Así nace su investigación clínica al crear un particular seguimiento a sus pacientes de origen antioqueño. Su método incluía abrazar sus rutinas en sus humildes hogares, cambiando la percepción de lo que el recuerdo negaba. Dónde estuviese el enfermo hasta allá iba Pacho, quien nunca su origen abandonó. Así identificó la mutación paisa (anomalía del cromosoma 14) de este irreversible deterioro heredado de los padres, pudiendo anticipar el diagnóstico antes que aparecieran las primeras alertas descubriendo los genes protectores que retrasan entre 20 y 30 años los síntomas. En esos genes está la prevención y cura de la olvidanza, permitiendo que a los 90, y no a los 60, se manifieste tardíamente esta conducta del extravío.

En estas letras recuerdo a quien debo recordar. A quien nació para dignificar la vida de los demás, a Francisco Lopera Restrepo, quien desobedeció todas las dudas, incluyendo las de su papá, en beneficio de la gente. Y su nombre me invita a expulsar de mi memoria las pendejadas que no merecen evocarse por respeto a quienes deben ser recordad@s, aquell@s que gastan sus pestañas buscando reducir el deterioro de quien habla con quién no reconoce.

Octubre 8 de 2024.

Imagen tomada de Centro Histórico de Envigado

pensamientos de 2 \"DOCTOR LOPERA\"

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