Cuando todo fue pecado

¡Sin serlo!

Llegó Colón a estas tierras (aunque no viniera para estos lados) y todo se convirtió en pecado a pesar que ninguna lengua originaria la incluyó en su genuino diccionario. Antes de 1492 los nativos eran seguidores de sus convicciones, de sus reglamentos, de sus vidas, de su placenta, de su planeta. Después de 1492 pecado era todo: vivir desnudos, acariciarse a su manera, amarse sin protocolos, creer en el Sol, abrazar la libertad, adorar la Luna, agradecer a la Tierra, cuidar del agua, negar el rebautizo, conversar con los animales, defender sus ceremonias, preservar su saber, o defender sus dioses.

Después de Colón todos los pueblos prehispánicos le debían todo a los invasores, ya que, el pecado original así lo decretaba: prohibido ser porque había que obedecer. Y con el pecado llega la adopción del patriarcado como modelo social donde el mero mero era quien mandaba, siendo los demás sus sirvientes. Así santiguaron la nueva versión de lo impuesto: prohibido ser. No estaba permitido sonreír, ni sentir, ni emocionarse, ni ser feliz, ni ser incluyente, porque quien manda (el mancito de pelo en pecho) es el dueño único de todas las vidas, razón por la cual optó por cambiar el nombre de los pueblos y de las personas que existían antes de su llegada.

Fue así como en Medellín (muy lejos de donde llegó Colón, por primera y cuarta vez) en 1649, en el actual Parque de Berrío, por iniciativa del cura Juan Gómez de Ureña, se construyó la primera capilla de la futura ciudad – Nuestra Señora de la Candelaria – para que el poblado refundado en 1616 oliera a culpabilidad. Desde entonces los medellinenses somos conservadores, temerosos de explorar y aceptar otras formas de ver lo mismo pero diferente, ya que no caben en los 9 bolsillos del carriel que exhibimos, otra mirada distinta a la de creer que tumbando un bosque creamos la cama que tampoco nos curará el insomnio padecido hace 530 años.

Octubre 12 de 2022. Encuentro del desencuentro

pensamientos de 6 \"CUANDO TODO FUE PECADO\"

  1. Antes de 1492 era una berraquera, pues no conociamos a Satanas, arias Lucifer, ni ninguna posibilidad de ir al infiierno, purgatorio o dizque al Limbo (si no nos bautizabamos), se admiraba lo que se sentía que daba la vida en la madre tierra como el sol fuente de energía vital (algo lógico y natural); pues el hombre por ser racional buscaba explicación a su existencia. Pero el miedo impartido por la religión sin lugar a dudas sirvió para atemorizar a las tribús indígenas y sometelas más fácilmente. Actualmente nos castigan con el infierno o nos premian con la vida eterna. «Escoja Mijo». Magnífica crónica profesor Barrientos.

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