“¡Aló!, ¿mamá?”

¡Inolvidable!

En 1965 – cuando aún no habías nacido, o estabas muy chiquit@ – la ciudad estrenó la máquina que acercaba la conversación entre dos: el primer teléfono público se instaló en el Parque de Berrío, porque llevarlo hasta los hogares era un lujo de pocos, así, Medellín, con sus setecientos mil setecientos habitantes pudo conversar desde la distancia. En 1970, cuando la ciudad tenía un millón de inquilinos, se masificó este servicio utilizando una moneda de veinte centavos.

Lo anterior te lo cuento para que recuerdes esa cola con olor a estrés, cuando encontrabas a la vecina empiyamada, hablando con Cupido, mientras escondía su diálogo en la cabina roja, con forma de balón partido a la mitad, cruzando las piernas, sentada en el taburete que trasteó desde su casa. La creciente fila, que daba la vuelta a la esquina, protestaba por su conchudez, al usar como propio, el único teléfono gratuito que había en el barrio – escaso de todo – menos del verbo chismosear:  estos teléfonos fueron instalados en la ciudad por EPM, por allá, en los temerarios años ochenta. Al escuchar el pitico – después de tres minutos, avisando el fin de la charla – ella volvía a marcar para retomar su amorío, mientras frunciendo los labios, contestaba: “demalas”, enardeciendo la furia de la fila.  Al colgar el auricular, la mujer de sonrisita inapelable, se alejaba con su taburete al hombro mientras tongoneaba el culo, provocando más fuego en el enojo de quienes esperaban encontrar el invisible: “¿aló?, ¿aló?”.

Marzo 17 de 2021

pensamientos de 8 \"«¡ALÓ! ¿MAMÁ?»\"

  1. Héctor, que bien que provòques esas vivencias que nos transportan a momentos de la querida Medellín, en la que no imaginábamos volvernos autómatas con estos víchos de celulares que no nos dejan ni mirar a los ojos de los otros.

  2. Me gustan tus historias no solo porque me ilustran sino porque recrean mi imaginación haciéndome vivir momentos increibles o como dirías tú los momentos historicos.

  3. Amigazo.
    Una corta crónica con el inolvidable recuerdo histórico para contextualizar al lector y en esta para que nos vayamos al pasado y evocamos algunos de los que pasamos de los cincuenta y que nos correspondió utilizar en repetidas ocasiones ese aparato rojo de la EEPPMM.
    Quedan pocos en la ciudad y en sus alrededores y ya no de la monedita de veinte centavos, sino de 500 pesos como mínimo.
    Gracias Maestro.

    1. Horacio. Gracias por tu comentario sobre esta crónica que nos huele a historia. Como siempre, te espero en la próxima para que la leas como hiciste con ésta.

  4. » Particular cronica , pero como siempre ; evocando en la imaginacion esos recuerdos que no pueden quedar en el ostracismo , por culpa de la tecnologia actual … Muy descriptiva la narracion de la llamada telefonica y la verdad , yo tambien hice cola y putie al o la que estaba adelante , ja,ja,ja,ja,ja, ! En buena hora profesor. «

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