Cofio
o minisiguí
Mientras Aliens, el niño más avispado del salón, aprovechaba el recreo para gritar “cofio, cofio, cooooofio” (a escondidas de las maestras porque la señora de la tienda escolar se quejaba de su escasa venta) los demás apostábamos “piedra, papel o tijera” para elegir quién asumiría la vocería del fiado de la segunda porción de la receta rica en diabetes futura; ya que la moneda que llevábamos habitaba en otro bolsillo. Aliens en su morral no llevaba lápices ni colores, pero sí las hojas del cuaderno que nunca usó, en forma de cono, para empacar el arroz con azúcar que a nuestra infancia seducía. Pero como no nos fiaba llegábamos al aula estrujando con la mirada, y a la clase no atendíamos por estar cocinando, en nuestra imaginación, esa mezcla energética que nos hacía crear la mentira a mamá para el día siguiente, como que nos habían pedido llevar con qué comprar el pasaporte a la felicidad, por ejemplo, para que una moneda demás sustituyera las ganas negadas de saborear otro montoncito de nuestra gastronomía infantil.

Ese Aliens si era muy teso pa’ vender, pues adaptaba nuestro paladar al minisiguí que ofrecía con la misma técnica del cofio. “Mini, mini, minisiguiiiii” decía, mientras caminaba por el estrecho patio de la escuelita. Recuerdo que alguna vez nos confesó que era más fácil preparar éste que el cofio: “basta aplastar uvas y al juguito que sale, le agrego Moresko y azúcar, ¡y listo! A empacar eso en bolsitas para enviciarlos a ustedes, y, ya, adictos a esa explosión agria, me seguirán comprando”. Con una sonrisita masca chicle terminaba su clase comercial.
Todo nos sabía dulce hasta cuando lo pilló doña Ruth, la maestra más brava de todas las profes, porque hasta ahí llegó nuestra enmielada vida sin preocupación alguna. De Aliens no se volvió a saber en ese lugar del saber. Y fue tal el trauma de nosotros – sus clientes – que sólo miedo olfateaban nuestras narices, ya que pensar en estas dos palabras (cofio y minisiguí) era como perder el examen final.
Agosto 19 de 2023
Cofio, minisiguí, ciruelas verdes y mango biche con la ventaja que las pepas servían para la guerra de pepas en los patios.
Fernando. Estar presente es el verbo que define tu lealtad con estos textos. Gracias.
Lindo estar volviendo a la infancia, esa, nuestra única patria.
Gracias Reinaldo por leer y opinar esta crónica.
Con razón actualmente sufrimos de diabetes, jejeje
Freddy. Gracas por leer este texto. Te espero en la siguiente crónica.
Fuimos alquimistas y nunca nos dimos cuenta de la magia de la importancia del saber popular.
Miguel, como siempre vos ahí. Leyendo y expresando este blog.
Dos sabores que nos hacìan más dulce nuestros dìas de escuela.
Gracias por rememorar estos dos elementos que pocos saben de ellos ahora.
Horacio. Siempre presente. Gracias por estar ahí.
“ Nooooo , eso era una delicia , y lo mejor es que no teníamos plata , pero de alguna manera lo saboreábamos … Que recuerdos de escuela tan lindos , plasmados en esta gran crónica profesor Barrientos”