Felipe

¡Por siempre!

Su cuerpo de uno ochenta y pico, guardaba la fragilidad de su indefensión, la misma que le invitaba a consumir inhalante para inventar un reloj sin tiempo, intentando, así, abrazar su existir. Y el dolor que le producía su adolescencia, de temperatura congelada, estiraba su estatura hasta hacerlo parecer el papá del grado noveno C, del Gilberto Álzate Avendaño, en el barrio Aranjuez de Medellín; ciudad construida sobre historias de carencias y soledades inconclusas. Su inteligencia de niño con mirada encarcelada, nunca escondió sus dieciséis años, reflejando esa edad, al silencioso estudiante que se sentaba en el último pupitre de la fila del medio para no estorbarle a nadie. Sus gafas le permitían dibujar su corazón en un cuaderno sin extravagancias. Su reblujado cabello complementa la descripción de quien, con deseos sin estrenar, se matriculó como estudiante de bachillerato en uno de sus intentos por respirar, soñar, luchar, pensar, vivir y resistir, pero su olfato se pegó al frasco de sacol creando el calorcito que nunca desarrugó las grietas de su alma.

Siempre fue la respuesta puntual en la clase de sociales. Y cuando su profesor le interrogaba en torno al mapa de la esclavitud de nuestra patria (cuando aparece la colonización española) él replicaba con sabiduría ancestral sobre la importancia de no enjaular la dignidad de nadie: la admiración del maestro y sus compañeritos de aula se ganó Felipe en cada disertación cuando expresaba la urgencia de reescribir nuestra historia, sin histerias ni miserias. Pero a Felipe se le atravesó un NO mayúsculo que noqueó sus uno ochenta y pico. Ese NO tenía voz y arrogancia inquisidora porque alguien del colegio diseñó la exclusión del jovencito de su salón de aprendizaje, sin consultar sus ansiedades, aspiraciones o necesidades. Zancadilla que sepultó el pasado – mañana de un niño que fue víctima de la hipocresía alucinante de quien tiene el dedo índice gastado de tanto señalar como si fuese juez de la desesperanza.

Echado, Felipe encontró otra expulsión. Fue abandonado por la fe en sí mismo, siendo adoptado por el pesimismo de quien está perdido sin intentarlo. Lo fracturó la flacura de su única compañía, el frasquito mencionado,  quien le invitó a explorar su propia muerte. Subió, entonces, hasta el corregimiento de Santa Elena (a veinte kilómetros de sus intentos) donde viajó derrotado para indagar por la mirada de la Luna cuando estrena bufanda, pero un accidental golpe en la cabeza, lo hospedó en el significado de la democracia (la que siempre pregonó en la clase) para no volver a ser excluido – por primera vez – en su inexperta vida. Tres días tuvieron que pasar para que fuese encontrado su largo cuerpo, volviéndose presencia permanente entre quienes le conocimos como el brillante estudiante de noveno C, aunque nadie lo volviera a llamar a lista.  Ahora Felipe conserva la serena quietud de quien ya no está sentado en el último pupitre de la fila del medio, esperando sentir sus respuestas sin cambiar las preguntas, para no estorbarle a nadie.

 

Marzo 23 de 2007

 

 

 

pensamientos de 12 \"FELIPE\"

  1. Lamento que sea en un aula, donde un maestro rencoroso y derrotado, arruine el único trocito de ser de quienes le confían sus derechos. Por la dignidad de todos los «Felipes»que han habitado nuestros salones y corazones. Un abrazo de sensibilidad para ti, querido Héctor

  2. » No enjaular la dignidad de nadie». Que sabiduría para tan conta edad. Palabras que dignifican la memoria de los olvidados en una historia que como decía él… debe de reescribirse con la verdad, y sin quitar ni poner nada que no fue ni será.

  3. Un nadie como muchos que tenemos en las aulas y que no les damos la oportunidad de ser y de pensar por ellos mismos.
    Por eso llegan donde los que sì los comprenden y no están enjaulados.

  4. Excluir, señalar y condenar a las personas por su comportamiento sin saber las causas sociales, psicológicas o patológicas que lo producen, es frecuente en nuestro medio. En ocasiones, para estas personas, no hay oportunidad de reivindicación social por falta de un tratamiento adecuado. Ocurre con frecuencia en la familia, colegio, vecindariote. Triste crónica. Refleja el accionar irracional de muchos.

  5. “ Que gran homenaje a tantos Felipes que nacen , viven y mueren en el anonimato, aunque los miramos todos los días a nuestro lado y nos hacemos los ciegos para no verlos y abrazarlos “

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