¿A vos no te tocó este primer orgasmo? ¡A mí tampoco!

El primer gol en “el Atanasio”

Un jueves, el 19 de marzo de 1953, (para ser exactos), de esos que llamaban “de eterna primavera” – recordemos que al clima lo enloqueció nuestra irracionalidad comercial – se inauguró, (cuatro años después de iniciada su construcción), en el centro occidente de la ciudad, el estadio que costó más de quince millones de pesos, y que   convoca al ritual, de otra religión, llamada fútbol.  Atanasio Girardot lo bautizaron para recordar los ciento cuarenta años de la muerte de un jovencito de veintidós añitos, ocurrida, en la otra religión, llamada guerra.  El muchachito viajó hacia donde no se regresa destrozado por un estallido que lo volvió átomo, en la batalla de Bárbula, en un enfrentamiento contra los españoles, ocurrido el 30 de Septiembre de 1833,  en  las afueras de Naguanagua, en el actual Estado Carabobo – Venezuela.

Aclarado lo del nombre, te cuento que la selección de Antioquia, y el club América de Cali, estrenaron la hierba – ¡no!, no es la que estas imaginando –  del novedoso estadio para treinta y cuatro mil asistentes. Y, ¡claro!, la selección Antioquia ganó 3 por 2. El primer gol lo parió el paisa Jaime Rodrigo Ospina Ramírez, a los 7 minutos de ese partido. “Eso fue en el arco norte. Con la pierna derecha cobré un tiro libre a una distancia de veinticinco metros con uno de esos balones de cuero y vejiga.” Le dijo, años después, a un diario regional. La placa que recordaba este hecho terminó entre los escombros de una remodelación que tuvo la estructura. Normal que en Colombia la historia no tenga memoria, ¿cierto?

El costo de la boleta para ingresar estaba entre los diez pesos, de la tribuna de preferencia, y un peso, en la tribuna oriental; mientras que sur y norte, costaban cinco pesos, y las tribunas altas, cuatro pesos. “Gorriones y gamines”, como les decían, eran gratis, porque desde la parte baja no se veía bien las cincuenta piernas –  sin depilar –  incluidas las de los tres jueces, persiguiendo un balón.

Ese día, la megaobra de entonces –  que fue construida por doscientos reclusos de la cárcel “La Ladera” – ubicada en el barrio Enciso, del centro oriente de la ciudad, y que funcionó como lugar de reclusión desde 1921 hasta 1976 –  a quienes le pagaban un peso semanal, suministrándoles, además, las tres comidas diarias por su trabajo –  estaba llena, y quienes asistieron a esta primera cita futbolera no exhibían las camisetas que hoy ofenden al rival, porque hasta de corbata y sombrero llegaron los hombres, que eran mayoría en las gradas. Si hubiesen existido los drones, en ese entonces, desde arriba el estadio se vería como un ovalado cachetón con una visera puesta.

Y ese primer orgasmo –  perdón, lo confundí con el éxtasis que se vive cuando alguien preña la red  –  ese primer gol nació cuando el cuadro del Corazón de Jesús colgaba en las paredes de las salas de las casas; cuando no habían centros comerciales; cuando la tercera vuelta a Colombia en bicicleta era nuestro Tour de Francia, recorriendo carreteras vergonzantes, como algunas de la actualidad; cuando el internet no había secuestrado la conversación entre primos; cuando las mujeres iban a misa con la cabeza cubierta para protegerse del pecado, sin saber, ¿cuál pecado les adjudicaban?; cuando un radio era compañía; cuando a través de esa misma radio se escuchó el gemido colectivo: ¡goooooooool!;cuando el poema de Epifanio Mejía, aún, no era el himno antioqueño; cuando Medellín era un pueblito grande sin sonrisa paranoica; cuando el aire no estrangulaba la vida; cuando en las esquinas se apostaba a pagar las cervezas que las talentosas gambetas convertían a uno de los equipos en perdedor; cuando se jugaba por pasión y no por plata; cuando empatar no era la prioridad; cuando la hierba – sí, la de la cancha, no la que tu imaginación te pone a alucinar –  no era la pasarela  de los tatuajes; cuando la picardía barrial soñaba con las acrobacias de los pies;  y, cuando el reguetón… no olía a  enfermedad auditiva.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

pensamientos de 6 \"¿A VOS NO TE TOCÓ ESE PRIMER ORGASMO? ¡A MI TAMPOCO!\"

  1. Anécdota de docente: Cuando pregunté a un estudiante que quién fue Atanasio Girardot, sin inmutarse me respondió que había sudo un futbolista muy famoso del Nacional.
    El Atanasio es el ágora donde el desahogo sin límites se hace presente, es infierno y cielo donde lo más bajo y lo más sublime de las pasiones sale a flote.

  2. Horacio, De nuevo, muchísimas gracias por estar aquí, pendiente de las crónicas. Gracias por tu valioso aporte y, como siempre, te espero en la próxima.

  3. “ Como siempre el profesor Barrientos , llenando nuestra mente de nostalgias , recuerdo mi primera ida al estadio con “Moga abordo “, que me empaco mi mamá para ver Atlético Nacional vs Deportes Quindio “, cuando el futbol era un verdadero juego sometido a la inspiración del jugador en ese momento y no de “ las transiciones defensa-ataque “, de las que tanto hablan hoy por hoy los “ inventores del fútbol moderno “, que no se han dado cuenta que lo que han hecho es castrar la lúdica de los grandes talentos “…. Oportuna esta crónica profesor ??

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